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DRENAJE AGRÍCOLA.


Favio N. Martínez Bonilla
Coordinador de riegos y drenajes.
Palmaceite S.A.

Composición del suelo:
Se denomina suelo a la parte superficial de la corteza terrestre, biológicamente activa, que proviene de la desintegración o alteración física y química de las rocas y de los residuos de las actividades de los seres vivos que se asientan sobre ella. El suelo está compuesto en su gran parte por minerales, seguido, en proporciones iguales, de  aire, agua y materia orgánica en menor proporción (figura 1). 
Figura 1. Composición del suelo.


Porosidad del suelo:

Como consecuencia de la textura y estructura del suelo tenemos su porosidad, es decir su sistema de espacios vacíos o poros. Estos se clasifican en macroporos (suelos livianos), mesoporos (suelos intermedios) y microporos (suelos pesados). Los macroporos (arenas) son de notables dimensiones, y están generalmente llenos de aire, en efecto, el agua los atraviesa rápidamente, impulsada por la fuerza de la gravedad. Los mesoporos son poros medianos con características intermedias de los macroporos y microporos. Y los microporos (arcillas) están ocupados en gran parte por agua retenida por las fuerzas capilares (Figura 2).
Figura 2. Porosidad del suelo.

Aguas subterráneas y nivel freático:

Ellas proceden de la precipitación y la condensación (figura 3).

Figura 3. Ciclo del agua.


El suelo es una esponja, cuando ocurre un evento de saturación, La fracción del agua lluvia y/o de riego, se infiltran en el terreno, ocupando los poros libres, saturando el suelo y elevando el nivel freático (formación de la escorrentía).

Como observamos en la figura 1, el suelo está compuesto en gran parte por minerales (solubles y no solubles), la fluctuación del nivel freático (Figura 4) hace ascender las sales hacia la superficie, depositándolas y cambiando las condiciones iniciales del suelo.   

Figura 4. Fluctuación del nivel freático.












Las sales que ascienden, ocupan los espacios porosos del suelo, sellándolos y restringen la aireación, la infiltración del agua, el desarrollo vegetativo, restringe la adsorción radicular, afecta la producción, etc. (figura 5). 

Figura 5. Efectos del nivel freático y salinización del suelo.

En palma de aceite, el amarillamiento de los foliolos es una de las manifestaciones de los problemas de drenaje. Otros problemas son: restricción en la formación de racimos de fruta fresca de buen peso y tamaño (bajo contenido de aceite), crecimiento vegetativo lento, aparición de vectores patógenos para la misma plantación como: La pudrición de Cogollo (PC), pudrición de estipe, entre otras enfermedades asociadas al encharcamientos.



Figura 6. Manifestaciones del mal drenaje.


El diseño de drenajes está compuesto de drenes colectores (encargado de abatir el nivel freático) y drenes secundarios y primarios. En el diseño de drenajes se debe tener un espaciamiento óptimo para abatir en nivel freático, airear el suelo (entre 0.6 a 1 m), lavar el suelo y evacuar el exceso de encharcamiento en menos de 48 horas (figura 7). 

Figura 7. Abatimiento del nivel freático.


El establecimiento de un sistema de drenaje y su mantenimiento, demanda de la aplicación de los siguientes criterios:

a)    Limpieza de caños de drenajes naturales y artificiales que atraviesan la plantación.
b)   Canales de drenaje profundos (aproximadamente 1 m de profundidad).
c)    Cunetas bien trazadas a cada lado de las carreteras.
d)   En suelos arcillosos deben excavarse drenes de entrelíneas; las depresiones pequeñas se drenarán manualmente.
e)    Todos estos drenes colectores deben concurrir a un dren secundario y luego a un principal.

Existen 2 tipos de drenajes: uno de aguas superficiales y otro de aguas subterráneas. En regiones tropicales como las nuestras, es muy común las lluvias de alta intensidad, lo que hace necesario el trazado de drenajes superficiales, éstos no son tan profundos. Sin embargo los problemas conjuntos de drenaje superficial y subterráneo son muy típicos en la zona, lo cual trae consecuencias como:

·         Mala preparación del suelo.
·         Pérdidas de tiempo en las labores culturales y de cosecha.
·         Pérdidas de tiempo en el transporte de la fruta al centro de acopio. 
·         Daños en  la maquinaria.
·         Compactación del suelo y encharcamiento por huellas de la maquinaria (dificulta el riego y el drenaje).
·         Daños en los canales de riego y drenaje.
·         Deterioro de las vías.
·         Perdida de suelos por acumulación de sales.
·         Lavado de nutrientes por percolación.
·         Cambios en la textura y estructura del suelo.
·         Restricción de la taza de respiración radicular de las plantas por elevación del nivel freático.
·         Entre otras.


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